Los estudiantes chilenos de segundo medio, de alto y de bajo nivel socioeconómico y cultural, tienen en la prueba Pisa de ciencias desempeños superiores al promedio de sus pares latinoamericanos. Sin embargo, las escuelas chilenas de menor nivel socioeconómico tienen resultados inferiores a sus pares de otras latitudes. ¿Son contradictorios estos resultados? No.
Para comprenderlo, piénsese en una situación hipotética donde todos los alumnos de un país son asignados por sorteo a los distintos colegios. En ese caso, la composición social de cada uno de ellos será muy similar y las diferencias de desempeño que se observen entre las escuelas no podrán atribuirse a diferencias en dicha composición. Pero, si los estudiantes de menor y mayor nivel socioeconómico se concentran en distintas escuelas, las desigualdades de desempeño se amplificarán por efecto del cambio de composición, ya que los primeros tienen en promedio desempeños inferiores que los segundos. Los resultados aparentemente contradictorios se explicarían entonces, porque hay una mayor segregación relativa de los estudiantes chilenos respecto del promedio de otras latitudes.
Es tentador concluir que una reasignación de los estudiantes podría elevar el desempeño promedio del país. Esta idea es atractiva porque tradicionalmente se ha creído que hay un efecto “pares” en educación. Esto es, que niños de bajo nivel socioeconómico mejoran si están en contacto con niños de alto nivel económico. La evidencia de estudios sobre reasignaciones masivas no parece validar esta creencia. Además, es habitual encontrar establecimientos educacionales con una composición social de estudiantes similar y desempeños muy distintos entre sí. La política educativa debe precisamente potenciar los factores que están detrás de estas diferencias.
Con todo, una educación más integrada, más allá de sus impactos sobre los aprendizajes, debería ser promovida. Sin embargo, no hay incentivos claros en esa dirección. La subvención preferencial es una oportunidad para ello. Si los padres supieran que sus hijos tienen una subvención adicional a la regular podrían, por ejemplo, elegir establecimientos con financiamiento compartido, que ahora están fuera de su alcance, porque no tienen los recursos para financiarlos.