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Milton Friedman, el médico

Leonidas Montes L..

Milton Friedman, el médico

Friedman, el médico de la economía, diagnosticaba y entregaba sus recetas. Sus recomendaciones las hizo en Rusia y Yugoslavia bajo el comunismo, y también en Chile bajo la Junta Militar.

Después de diez años de trabajo académico, Jennifer Burns publicó “Milton Friedman. The last conservative”, un libro que fue presentado y discutido en el encuentro anual de la History of Economics Society realizado en Chile. Esta rigurosa biografía intelectual nos permite comprender y derribar las caricaturas en torno al economista más influyente de Chicago.

El drama de la Gran Depresión impulsó a Friedman, hijo de inmigrantes judíos, a estudiar economía. En Chicago conoció a Rose Director y se casaron en 1938. Ella fue mucho más que una mano invisible. Rose declaró que “nunca escribió algo sin que yo lo leyera”. Su esposa lo perseguía con una grabadora haciéndole preguntas y buscando frases provocativas para escribir los borradores de sus columnas para Newsweek.

En 1946, después de la Guerra, Milton y Rose regresaron a Chicago. Con su energía, el exigente curso de Precios (microeconomía) y su seminario sobre dinero y banca, lideró una escuela. Y con la publicación del monumental A Monetary History of the United States, 1867-1960, junto a Anna Schwartz, la teoría monetaria cambió el rumbo de la economía. La idea keynesiana de que si aumentan la demanda agregada y la inflación entonces disminuía el desempleo, colapsó. Con la estanflación aumentó la inflación y también el desempleo. Friedman tenía la respuesta: controlar la cantidad de dinero. Entonces los economistas pusieron el ojo en la inflación y aparecieron los primeros indicadores sobre la cantidad de dinero.

Empinándose no más allá del metro cincuenta de estatura, el intelectual público era imbatible en cualquier debate abierto y competitivo. Y hablaba de igual a igual con quien tuviera al frente. En una reunión en la Casa Blanca, el Presidente Nixon le pidió que no culpara al secretario del Tesoro, George Shultz, por el manejo económico. Friedman le respondió “no le echo la culpa a George, Presidente, sino a usted”. Algo similar sucedió en Chile. En su famosa reunión con Pinochet, Friedman le dijo lo que pensaba: la libertad económica lleva a la libertad política. Según Rolf Lüders, Pinochet no dijo nada.

Milton Friedman visitó Chile en marzo de 1975 y en noviembre de 1981. Su primera visita, cuando la inflación no bajaba del 350%, fue polémica. En Two Lucky People (1998) se queja de la “acusación de administrar la economía chilena desde su escritorio en Chicago”, preguntándose si “debía causarle gracia o molestarle”. Había buenas razones para estar molesto, ya que el estigma de esa visita lo persiguió durante toda su vida.

Para Friedman “la inflación es siempre y en cualquier lugar un fenómeno monetario”. Chile fue solo otro país que visitó, otro paciente con esa enfermedad que él combatía como un cáncer: la inflación. Friedman, el médico de la economía, diagnosticaba y entregaba sus recetas. Sus recomendaciones las hizo en Rusia y Yugoslavia bajo el comunismo, y también en Chile bajo la Junta Militar. Pero su encuentro con Pinochet lo persiguió: fue funado y acusado por colegas economistas de ser un nazi. Incluso la alegre recepción del Premio Nobel fue opacada por un manifestante. Pero, como bien sabía Friedman, no hay almuerzo gratis.

La vida de Friedman (1912-2006) recorre prácticamente todo el siglo XX. Fue un protagonista de la Guerra Fría y de la lucha entre el mundo libre y el comunismo. Defendió con fuerza y convicción la economía de mercado, pero también el ingreso básico universal. Leer su vida y su contexto nos acerca al personaje y a nuestra historia reciente.

De hecho, este sábado el padre de los Chicago Boys, Arnold Harberger, cumple cien años. Y el próximo año el vilipendiado “Plan de Recuperación Económica” implementado por Jorge Cauas cumplirá 50 años. Quizá el paso del tiempo nos permitirá valorar a Friedman, los Chicago Boys y todo lo que se hizo en su contexto.