Michelle Bachelet logra un nivel de adhesión espontánea que no alcanza Soledad Alvear, pero ello no necesariamente la transforma en mejor candidata. En ese sentido, no hay que descartar que la ex ministra de Relaciones Exteriores pueda equipararse en los próximos meses con Bachelet.
La Democracia Cristiana obtuvo un muy buen resultado en la reciente elección municipal. Los factores detrás de este fenómeno son múltiples. Entre ellos cobra especial relevancia el hecho de que, contrariamente a lo que se puede haber pensado en un momento, el gobierno de Lagos logró desplazarse hacia el centro político. Ello le impuso un freno muy fuerte a las aspiraciones aliancistas de seguir sumando votos entre sectores que habitualmente se conectaban con la Concertación a través del partido de la flecha roja. Este desplazamiento del gobierno hacia el centro no ha sido bien aprovechado por el bloque progresista. En el caso del PS porque su dirigencia ha preferido mantenerse agitando banderas que se ven algo raídas y desgastadas. En el caso del PPD porque ha perdido algo de su fuerza inicial y por los costos, en términos de presencia electoral, que le significó la negociación por Santiago.
Las posturas que ha adoptado el tercer gobierno de la Concertación se han convertido, entonces, en las principales aliadas de la DC. Por cierto, también le ayudaron los errores que cometió la Alianza en su campaña. Con todo, debe reconocerse los méritos de la gestión desarrollada por la mesa directiva del partido, especialmente su presidente. No cabe duda de que la DC venía en bajada. Ahora ello no es tan evidente. Adolfo Zaldívar ha logrado darle un grado mayor de identidad a esta colectividad que, de alguna manera, se había perdido en el arco iris concertacionista. En gran medida, lo ha logrado enfrentando políticamente a la oposición, y especialmente a la UDI. Sus socios no pueden dejar de reconocer ese hecho, aunque, claro, en ocasiones también han sido víctimas de su severidad. En sus propósitos, lo ayudó una buena negociación en la reciente elección y una dosis adecuada de pragmatismo para aceptar candidaturas municipales que, de buenas a primeras, no eran de su agrado.
Pero de ahí no se desprende que pueda convertirse en una buena carta de su partido para disputar la nominación presidencial dentro de la Concertación y menos para disputar la Presidencia de la República. Por supuesto, esto podría cambiar en las próximas semanas, pero hasta ahora los vientos que generan las encuestas no soplan a su favor. La posibilidad de que esto ocurra no es demasiado alta porque la población no lo evalúa positivamente y esas percepciones no cambian de un día para otro. Por otra parte, a pesar de que las opciones presidenciales de Joaquín Lavín se han debilitado, las encuestas posteriores a la elección municipal sugieren que las únicas figuras de la Concertación que lo pueden superar en la presidencial de 2005 son las dos ex ministras.
En esa competencia Michelle Bachelet parece estar superando a Soledad Alvear. Si se cree que finalmente la primera va a obtener la candidatura del conglomerado oficialista, podría parecer razonable concentrar los esfuerzos democratacristianos en asegurar una buena negociación. Sobre todo porque en la parlamentaria anterior la DC perdió 15 diputados, y si esa situación se repitiese en 2005, el partido quedaría muy disminuido. El panorama se percibe particularmente poco alentador en la Cámara Alta, donde la DC defiende 10 senadores. (El año 2001 logró retener sólo dos de los cuatro que defendió.) Adolfo Zaldívar ha demostrado no sólo ser un hueso duro de roer, sino que también tener una gran capacidad negociadora que podría potenciar si se erigiera en el precandidato presidencial de la DC.
Pero hay dos cosas en ese análisis que no son evidentes. Por una parte, a pesar de la popularidad de Bachelet, parecen haber, según se desprende de una encuesta CEP de mediados de año, tantos votantes dispuestos a votar por Alvear como por la ex ministra de Defensa. Ciertamente esta última logra un nivel de adhesión espontánea que no alcanza la ex ministra de Relaciones Exteriores, pero ello no necesariamente la transforma en mejor candidata. En ese sentido no hay que descartar que Alvear pueda equipararse en los próximos meses con Bachelet. Una progresión de esta naturaleza para Adolfo Zaldívar es casi imposible imaginar. En segundo lugar parece más apropiado negociar con las mejores cartas que se tenga sobre la mesa y todo indica que esas las representa la figura de Alvear antes que la de Zaldívar.
En un ambiente que parece estar concentrándose en torno al centro político, la posibilidad de sobrevivencia en el mediano y largo plazo del partido se vuelve muy compleja. El partido debe definir una estrategia hacia el futuro que reduzca las posibilidades de que ello ocurra. Desde el punto de vista político, parece mucho más rentable para el Presidente de la DC abocarse a definir esa estrategia que dar una pelea en que los vientos no soplan en su favor. En este campo Adolfo Zaldívar ha demostrado tener potencialidades, las que, sin embargo, parecen esfumarse a la hora de sumar votos personales. Una decisión que asegure una nominación rápida de Soledad Alvear puede ser el punto de partida de esa estrategia para consolidar a la DC en el mediano y largo plazo.