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I-PoM-Pausa

Sebastián Izquierdo R..

I-PoM-Pausa

En un país acostumbrado a la estabilidad monetaria, la decisión de reducir la tasa de interés en 0,25% no fue la sorpresa, ni tampoco que no fuese unánime, como se estila. La verdadera sorpresa fue que la fiesta de bajas de tasas prácticamente ha terminado para este año.

El último Informe de Política Monetaria (IPOM) del Banco Central de Chile ha sacudido el panorama económico con giros inesperados y un tono marcado por la cautela. En un país acostumbrado a la estabilidad monetaria, la decisión de reducir la tasa de interés en 0.25% no fue la sorpresa, ni tampoco que no fuese unánime, como se estila. La verdadera sorpresa fue que la fiesta de bajas de tasas prácticamente ha terminado para este año.

Si se cumplen los supuestos del Banco Central, los recortes de tasas han terminado, hasta aquí, al menos como los conocimos en este primer semestre. Ahora, el Banco Central ha decidido poner pausa a la rebaja de tasas, y toca esperar.

¿Por qué? Primero, después de los desequilibrios macroeconómicos, la economía ha comenzado a recuperarse, aunque tímidamente, con mejores expectativas de crecimiento entre 2,25% y 3%. Además, el precio del cobre ha subido a US$4,3 por libra, impulsando la inversión minera y provocando una fuerte revisión de las débiles proyecciones de inversión. Aunque las cifras aún son modestas, el ajuste redujo la caída esperada para este año de -2,0% a -0,3% y proyecta un aumento superior al 5% para el próximo año, sorprendiendo a muchos y dejando a otros incrédulos.

La demanda interna también ha sido mayor de lo esperado, impulsada principalmente por el consumo privado. Pero, ¿dónde está el problema? El problema radica en que todos estos factores tienen un componente inflacionario, sumado a la gran y sorpresiva alerta por el descongelamiento de las tarifas eléctricas.

Para ser sincero, cuesta entender la sorpresa. Al final, la cuenta siempre se paga. Desde el estallido social y la pandemia, las tarifas eléctricas habían estado congeladas. Ahora no solo hay que pagar los 6 mil millones de dólares adeudados, sino también sincerar que el precio real de la electricidad es más caro de lo que se acostumbraba. El resultado es un incremento del 60% en los costos de electricidad hasta el primer semestre de 2025.

Este ajuste no solo golpeará a los consumidores, sino que también afectará a las empresas, que trasladarán estos incrementos a los precios finales de bienes y servicios. Como en la economía todo está interconectado, este aumento se traducirá en un impacto inflacionario directo de 1,45 puntos porcentuales en el IPC, elevando la inflación proyectada para el cierre del año a un 4,2%, superando las expectativas de todos los agentes.

A pesar de que algunos creían lo contrario -“lo más difícil en materia económica ya pasó, vencimos la inflación”, resaltó el Presidente Gabriel Boric en su Cuenta Pública-, el Banco Central nos advierte que el problema de la inflación está lejos de superarse.

Este año, la inflación será mayor a la prevista, alcanzando el 4,2%, y el próximo año seguirá por encima de la meta, con un 3,6%. Esta decisión refleja una cautela necesaria para monitorear la trayectoria inflacionaria y reconoce los límites de la política monetaria en un contexto de shocks de oferta, como el sinceramiento de las tarifas eléctricas.

El Banco Central espera que la inflación se disipe hacia comienzos de 2026, justo en el límite del horizonte de política monetaria de dos años. Como en estos días de lluvia, es como tratar de mantener el paraguas abierto; cualquier ráfaga inesperada podría impedir que la inflación se mantenga en el 3% dentro de los próximos 24 meses.