No lo critica por sus actuaciones, e incluso considera que el 10,4% de reajuste del salario mínimo en 18 meses, no es dramático.
por Miriam Leiva P.
Pragmática es la forma en que Harald Beyer observa el desenlace de este Gobierno. El director del Centro de Estudios Públicos (CEP) no espera grandes remezones que cambien la ruta de la economía, y sólo cruza los dedos para que el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, logre contener las tentaciones de mayor gasto.
No lo critica por sus actuaciones, e incluso considera que el 10,4% de reajuste del salario mínimo en 18 meses, no es dramático.
¿Cómo observó la performance del ministro Valdés durante las últimas semanas, primero lo del veto en reforma laboral y después lo del salario mínimo?
-Para evaluar al ministro no sólo hay que mirar la última semana sino que el período más prolongado porque cuando asumieron él y Jorge Burgos, esto era un camión sin frenos, con una serie de decisiones tomadas que tenían mal pronóstico en la materia que le corresponde como es la situación fiscal. Entonces, a él le tocó atajar, ordenar ese desafío que sigue estando pendiente y la prueba de fuego será la discusión presupuestaria. Al mismo tiempo, en una economía deprimida, él tenía que volver a generar confianzas para evitar que siguiera en rumbo negativo y eventualmente pudiese recuperarse.
¿Y cómo lo ha hecho, entonces?
-Esta es una coalición compleja, no conozco ninguna coalición en el mundo que tenga la diversidad ideológica de la Nueva Mayoría (NM) y eso ha hecho especialmente difícil su trabajo, y lo hemos notado en lo laboral. Dicho eso, lo que debe hacer un ministro de Hacienda es ir despejando incertidumbre y encarrilando la agenda, y creo que lo ha logrado satisfactoriamente, no es que sea perfecto pero las anotaciones positivas son mejores que las negativas.
¿Cómo encarriló la reforma laboral?
-Ese es un tema donde la diversidad ideológica se hace mucho más patente, entonces tampoco uno puede pedir milagros. Se optó por un camino que probablemente él no hubiera preferido, pero se despejó el tema. Habrá que buscar en otra oportunidad, no creo en este Gobierno, la posibilidad de introducir mayor flexibilidad.
¿Era un mal camino darle preeminencia a los sindicatos a través de una reforma constitucional?
-No creo que haya sido un buen camino, pero no estaban los votos, y ese era el tema central. El Gobierno fue bastante pragmático y decidió ponerle fin a la incertidumbre, y terminar con una ley que le permitiera dar vuelta la página.
¿Da certeza cuando se sabe va a provocar judicialización?
-Eso es discutible, comparto el juicio de un informe en torno a que los grupos negociadores quedan razonablemente regulados, y no veo esa potencial judicialización. Creo que se ha exagerado.
¿Cómo le ha resultado al ministro lo de generar confianzas que siguen en terreno negativo?
-Es que este no es un trabajo que rinde frutos de inmediato. Creo que el ministro tiene que perseverar en la agenda que está, la discusión presupuestaria es clave: si logra imponer un marco racional en función de los parámetros utilizados, va a contribuir mucho a generar más confianza.
¿Ese es su gran desafío?
-Y tratar que los proyectos importantes que vengan, por ejemplo el proyecto de reforma a la educación superior . La mano del ministro debe hacerse notar en el impacto fiscal del proyecto de educación superior donde se espera que el mecanismo de financiamiento sea realista.
¿Por qué hay tanta duda respecto de la discusión presupuestaria si el ajuste que hizo el ministro recibió todo el apoyo?
-Porque hay antecedentes desde la época de Velasco. Hoy la NM se ve debilitada en la competencia presidencial y, según experiencia internacional, siempre está la idea de que el impulso fiscal pudiera revertir parte de la votación negativa. El ministro debe jugársela lo suficiente para evitar la presión por soltar las amarras y navegar en este mar turbulento con mayor impulso fiscal, y mantener la seriedad que ha caracterizado al Estado.
¿No cree que esta vez la Presidencia opte por mayor gasto, porque la anterior vez apretó y se perdió la elección?
-La tendencia natural del político es a gastar porque cree que lo va ayudar a obtener un triunfo electoral. Hay poca evidencia de ello en la literatura académica, pero el riesgo es muy grande porque la percepción que hubo con el primer ministro de Hacienda era que se estaban descuidando las finanzas públicas, e indudablemente Chile está con tarjeta amarilla entre las clasificadoras. El impacto económico de eso es más negativo que el impacto positivo electoral del gasto fiscal.
¿Ve al ministro empoderado, suficientemente fuerte para dar esta batalla?
-Eso es algo de todos los días, cada mañana debe levantarse como un nuevo combate, y es natural, no creo que sea el primer ministro enfrentado a esto. Hasta ahora lo veo con bastante fuerza y ánimo.
¿Cómo ve el cambio de gabinete con el nuevo ministro del Interior, Mario Fernández?
-Me cuesta imaginarlo, no lo he visto con agenda clara, precisa. Él ha tomado como tarea el reponer las relaciones dentro de la coalición oficialista que estaban muy deterioradas, y se ve que ha estado buscando una suerte de conciliación, pero aún no veo un proyecto político para los próximos 18 meses que entusiasme a la NM. Deben tener una carta de navegación clara para la etapa final.
¿Qué espera usted de esa carta de navegación?
-El Gobierno tiene varias tareas de implementación, y hay varios reglamentos de leyes emblemáticas que están atrasados. Le queda pendiente el proyecto universitario que debiera conciliar distintas visiones y dar sustentabilidad a esta reforma porque es muy cara, ahí se juega la posibilidad de concertar algo que estuvo ausente antes: acuerdos para sostenerse en el tiempo. Esta es una oportunidad para cambiar el estado de ánimo y recuperar confianzas.
¿Se puede con una economía en declive o debe tirar la toalla?
-La economía no va a crecer mucho más, eso requiere de un shock de políticas que el Gobierno no está dispuesto a emprender porque no tiene viabilidad política. En ese sentido lo que viene es control de daños en el sentido de una política fiscal ordenada, con decisiones con base técnica, que las acciones busquen promover una orientación de más largo plazo que no sucumba a la presión electoral.
¿De qué shock habla?
-Acá se ha hecho un esfuerzo en productividad pero creo que aún son insuficientes para dar un salto en crecimiento. Habría que ir con más profundidad y esto pasa desde un Estado más profesional, mayor flexibilidad laboral, apertura de Codelco a capital privado, por ejemplo serían políticas que cambiarían el ánimo, pero no veo al Gobierno con suficiente capacidad política de hacerlo. Pero no espero milagros, no creo que sea sensato pedirle al Gobierno un tremendo giro, pero dentro de su esquema debería tener más juego de piernas para de alguna forma generar esas confianzas que están faltando.
Por lo tanto, deberá seguir navegando en estas aguas.
-Ese es el escenario más probable, lo que no implica que no ayude ser ordenado fiscalmente y que las políticas futuras sean bien sustentadas técnicamente, que abracen de nuevo la tecnocracia, eso ayudaría.
¿En términos económicos no espera cambios?
-Creo que el Gobierno va a navegar por aguas heladas en lo que resta de su mandato, no veo una gran recuperación de la economía ni políticas que puedan cambiar el ánimo.
¿Entonces no ve ni siquiera un alza de la confianza?
-Creo que la elite se polarizó, y la pregunta es si la NM va a insistir en radicalizar la agenda inicial o van a moderarla, porque el Gobierno va a ir perdiendo fuerza, no sólo por el pato cojo, sino porque es un Gobierno muy impopular. Entonces la NM debe reconquistar al electorado.
¿Ve alguna posibilidad de que remonte la evaluación de este gobierno?
-Algo va a remontar porque un Gobierno que está terminando siempre tiene una agenda menos controvertida, y el foco se traslada a futuros candidatos, y le quita la presión.
¿Pero no terminar con misma evaluación del primer Gobierno?
-No, de ninguna manera. Ella va a remontar entre 30 y 35%, pero no más porque el nivel de rechazo es muy alto
¿Ese nivel de rechazo tuvo que ver con el caso Caval?
-Tengo la sensación que la población se sintió un poco traicionada por su gobierno y Caval ayudó. Cuando uno mira las encuestas los grupos medios comenzaron a quitarle su apoyo antes de Caval, y después de este caso, se sumaron los de menores ingresos.