El Mercurio
Opinión
Economía
Política
Política internacional

Amenaza mercantilista

Leonidas Montes L..

Amenaza mercantilista

Trump no es un liberal. Tampoco de derecha. Por el contrario, es un mercantilista que mide la riqueza de las naciones en dólares. Ojalá me equivoque.

El mundo tiembla frente a la guerra comercial. Los anuncios del mal llamado “día de la liberación” sacudieron con fuerza los mercados. En un día se esfumaron 10 trillones de dólares —10 mil billones de dólares, 13 ceros o más de 30 veces el PIB de Chile. Ante la colosal pérdida de valor, Trump echó marcha atrás anunciando una tregua de 90 días. Lo que en realidad se ha liberado es la incertidumbre, desatándose una amenaza contra la sociedad liberal.

No podemos olvidar los orígenes de los Estados Unidos y de la economía moderna. El próximo año se cumplen 250 años de la declaración de la independencia y la publicación de “La Riqueza de las Naciones” (RN), de Adam Smith. El verdadero año de la liberación —1776— fue el inicio del mundo moderno, que nos trajo tanto progreso y prosperidad. Entonces se consolidó el liberalismo, el comercio y el rule of law. En resumen, los cimientos de la democracia liberal.

Adam Smith inicia su RN analizando las implicancias de la división del trabajo. Observó que un operario podía producir entre uno y 20 alfileres al día, en cambio, 10 operarios producían 48.000 alfileres al día. Este salto exponencial de la producción demostraba las ventajas de la división del trabajo. En seguida se preguntó por sus causas. Concluyó que se debe a nuestra “propensión al intercambio”. Los hombres, desde que somos cazadores y recolectores, intercambiamos una cosa por otra. Y en un mercado competitivo, ese intercambio, como lo demuestra un simple análisis de las curvas de oferta y demanda, genera un beneficio para el productor y el consumidor.

Pero la gran revolución copernicana de Adam Smith fue echar por la borda la economía de su tiempo. Su RN es un ataque formidable contra las políticas económicas mercantilistas entonces vigentes. El objetivo era maximizar las reservas. La receta era exportar más, promover la industria doméstica e imponer tarifas a los productos importados para aumentar el superávit comercial. La mano invisible, en cambio, sostenía que el intercambio entre países es beneficioso.

Cuando no existía la distinción moderna entre microeconomía y macroeconomía, Smith aseguraba que el intercambio entre personas y países era la causa de la riqueza de las naciones. Y David Ricardo, con su famoso ejemplo de la producción de vinos en Portugal y textiles en Inglaterra, en sus “Principios”, de 1817, demostró los beneficios del comercio a través de las ventajas comparativas. Durante más de 200 años, el mundo experimentó un inimaginable progreso y desarrollo.

Hace poco, ¿quién habría imaginado que tendríamos a los Estados Unidos promoviendo un mercantilismo proteccionista y a China defendiendo el libre mercado? ¿Quién habría imaginado que Estados Unidos seguiría las teorías de la sustitución de importaciones que tanto daño hicieron en Chile? Es más, ¿quién habría imaginado al sucesor de George Washington declarando que los países afectados por sus tarifas “are kissing my ass”?

El mercantilismo es un juego de suma cero, que beneficia a unos pocos. Adam Smith y los padres fundadores creían que la economía, el intercambio y el comercio no son un juego de suma cero. Tampoco un juego de póker o ajedrez. Los caprichos o el “instinto” de Trump no descansan en el rule of law. Peor aún, el libre mercado y la competencia no se asocian con el nacionalismo populista o el capitalismo entre amigos (crony capitalism).

En el siglo XVII y XVIII, un país era rico al igual que una persona. Y esa riqueza se medía por las reservas o la cantidad de dinero. Para Smith, esa idea que hoy encarna Trump, el árbitro de las tarifas, era errónea y dañina. No hay que confundirse. Trump no es un liberal. Tampoco de derecha. Por el contrario, es un mercantilista que mide la riqueza de las naciones en dólares. Ojalá me equivoque.