Tras las primarias, los candidatos derrotados deberán decidir si respaldan a los ganadores, negociando espacios en sus eventuales gobiernos. La configuración de las primarias del próximo 29 de junio será clave para los resultados de noviembre.
Se dice que el período previo a la inscripción de primarias es cuando los partidos políticos muestran su verdadera naturaleza. En las próximas semanas deberán decidir entre la unidad o la fragmentación en la búsqueda de posiciones individuales. Veremos hasta qué punto están dispuestos a consolidarse en torno a un solo candidato por bloque o fracturar sus coaliciones de cara a la primera vuelta presidencial.
Desde la implementación de las primarias legales en 2012, estas elecciones han sido clave en la definición de los ganadores en segunda vuelta. En 2013, Michelle Bachelet se impuso en su sector y recibió la mayor cantidad de votos a nivel nacional, al igual que Sebastián Piñera en 2017 y Gabriel Boric en 2021.
La lección es clara: una primaria bien ejecutada puede allanar el camino a La Moneda, mientras que una mal diseñada puede significar la marginación temprana de un candidato, como lo evidenciaron las candidaturas de Joaquín Lavín y Yasna Provoste en 2021.
En este ciclo electoral, los discursos extremos han ganado protagonismo, desafiando a la política tradicional. En el oficialismo, el Socialismo Democrático ya definió a Carolina Tohá como candidata. Sin embargo, el bloque enfrenta tensiones internas. El PC, un actor que incomoda a la coalición, ha sido cuestionado por su postura ambigua frente a regímenes autoritarios, lo que podría afectar la cohesión del sector. En la oposición, Evelyn Matthei es la aspirante más fuerte de Chile Vamos, pero la irrupción de José Antonio Kast (Partido Republicano) y Johannes Kaiser (PNL) ha marcado diferencias ideológicas en torno a temas como la pena de muerte y el porte de armas.
Sin embargo, tanto Tohá como Matthei han llamado a la unidad de sus bloques, incluyendo a sectores más extremos. En la izquierda, la presión por evitar la dispersión del voto parece estar logrando acuerdos mínimos, aunque el rol del PC sigue siendo incierto.
En la derecha, Kast y Kaiser han dejado claro que no participarán en primarias conjuntas, probablemente por temor a ser derrotados por Matthei y quedar fuera de la carrera antes de noviembre. Kast ha endurecido su discurso contra Chile Vamos, acusándolo de incumplir promesas en seguridad, mientras que Kaiser ha criticado los acuerdos de la derecha tradicional con la izquierda, como en la reforma de pensiones. Esta división podría costarle caro a la derecha, dispersando votos en primera vuelta y reduciendo sus posibilidades en el balotaje.
En las próximas semanas se definirá si se consolidan dos grandes primarias —una por la izquierda y otra por la derecha— o si las fuerzas políticas optan por competir de manera fragmentada. El sistema electoral chileno favorece la formación de alianzas en primera vuelta para maximizar el desempeño en segunda, por lo que la fragmentación podría ser perjudicial para quienes no logren acuerdos. Tras las primarias, los candidatos derrotados deberán decidir si respaldan a los ganadores, negociando espacios en sus eventuales gobiernos. La configuración de las primarias del próximo 29 de junio será clave para los resultados de noviembre.