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El ocaso de la nueva izquierda y el auge de la ultraderecha

Mauricio Salgado O..

El ocaso de la nueva izquierda y el auge de la ultraderecha

Hoy, la ultraderecha en Chile no cuenta con una base de apoyo para alcanzar el poder en las próximas elecciones, aunque probablemente se consolide como una fuerza política relevante.

El fenómeno se extiende por Occidente. Los partidos situados a la derecha de la derecha tradicional, con posturas autoritarias e iliberales, han alcanzado un éxito electoral indiscutible, capitalizando el rechazo a la globalización cultural y la apertura económica. A diversas victorias en Europa, se suman los triunfos de Milei en Argentina y Trump en EE.UU. En Chile, la irrupción de Johannes Kaiser en las encuestas parece un eco de esta tendencia.

En paralelo, asistimos al declive de la nueva izquierda que se consolidó tras la crisis de 2008. Una izquierda forjada en las facultades universitarias, especialmente de Humanidades y Ciencias Sociales, con una misión en favor de minorías excluidas y un antagonismo feroz contra la socialdemocracia. En Chile, el rechazo al primer borrador constitucional en 2022 y la casi segura imposibilidad de que el presidente Boric entregue el poder a un militante del Frente Amplio en 2026 son señales locales de este ocaso.

Algunos atribuyen el auge de la ultraderecha y la caída de la nueva izquierda a fallas de liderazgo, errores estratégicos o la desinformación en redes sociales. Sin embargo, su destino estaba sellado.

La debacle de la nueva izquierda responde a tres factores políticos. Primero, los problemas que denunció y buscó resolver desde el gobierno siguen intactos: pobreza, desigualdad y crisis en los servicios públicos. Segundo, su mayor capital político, la retórica del cuidado y la igualdad, ha perdido eficacia. El manejo del caso Monsalve y el escándalo de Democracia Viva erosionaron su autoridad moral. Finalmente, su aislamiento intelectual la confinó a una burbuja ideológica incapaz de conectar con las preocupaciones reales de la ciudadanía.

La ultraderecha, en cambio, está conectando de mejor manera con el Zeitgeist contemporáneo. Como explica el antropólogo francés Olivier Roy, Occidente atraviesa un nuevo contexto donde los valores e ideas conservadoras ganan fuerza.

Este giro tiene una base moral. Según el psicólogo Jonathan Haidt, la izquierda prioriza la igualdad y el cuidado, principios fundamentales en el discurso de Boric. Sin embargo, los nulos avances en la reducción de la pobreza y los escándalos políticos han mermado su credibilidad.

Mientras tanto, la derecha ha capitalizado la ansiedad en torno a la crisis migratoria, la delincuencia y el estancamiento económico, apelando a valores como la lealtad nacional, el respeto a la autoridad y el trabajo duro, pilares de su tradición ideológica. Así, mientras la nueva izquierda se diluye en el debate público, el conservadurismo avanza con paso firme.

Hoy, la ultraderecha en Chile no cuenta con una base de apoyo para alcanzar el poder en las próximas elecciones, aunque probablemente se consolide como una fuerza política relevante. En cambio, la nueva izquierda frenteamplista ha perdido impulso, aunque habrá que esperar esos comicios para firmar oficialmente su certificado de defunción.