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¿Cantidad o calidad?

Ariadna Chuaqui R..

¿Cantidad o calidad?

Hay que tener en cuenta que la fragmentación no tiene fácil solución: menos partidos no significa necesariamente mejores partidos, por lo que es fundamental fortalecer a las instituciones partidarias.

Pareciera que hay consenso de que la excesiva fragmentación partidaria al interior del Congreso es el principal problema de nuestro sistema político. A principios de este año, un grupo de parlamentarios presentó un proyecto de reforma constitucional para enfrentar esto, así como favorecer la estabilidad y el equilibrio de las fuerzas políticas. En su reciente Cuenta Pública, el Presidente también reflexionó sobre la necesidad de reformar el Sistema Político para evitar la fragmentación sin sacrificar la representatividad, fortaleciendo así la democracia.

La presunción es que, con menos partidos en el Congreso, el Poder Legislativo tendría una mayor capacidad para llegar a acuerdos y, así, contribuir a la estabilidad y gobernabilidad. Una gran cantidad de partidos son parte de nuestro Sistema Político desde hace tiempo. En la elección parlamentaria de 2017, 16 partidos obtuvieron escaños en la Cámara, 18 lo hicieron en 2021. Según el Servel, hoy existen 26 partidos constituidos y otros tres en formación, que podrían competir en las próximas elecciones. Este fraccionamiento limita la capacidad de diálogo entre partidos: a mayor número de actores, mayor es la dificultad para llegar a acuerdos.

En este contexto, los umbrales surgen como un mecanismo para corregir la excesiva fragmentación partidaria: al restringir la representación de los partidos que no logran un mínimo de votos en una elección, la cantidad de partidos con escaños en el Congreso se reducirá. Eso sí, establecer un umbral muy alto puede afectar la legitimidad del sistema electoral. Esto es especialmente problemático si pensamos en un umbral nacional, que podría excluir a candidatos que han obtenido una alta votación en sus distritos, pero que pertenecen a partidos con un bajo apoyo a nivel nacional.

Reducir el número de partidos en el Congreso puede parecer una solución tentadora para mejorar la estabilidad y la gobernabilidad, pero ello no garantiza necesariamente una mejora en la calidad de los partidos políticos. La falta de disciplina partidaria y la crisis de representatividad persisten incluso en sistemas con menos partidos, por lo que la cohesión programática es crucial para que estos puedan formar mayorías sólidas y efectivas.

El próximo año habrá elecciones parlamentarias, las primeras bajo voto obligatorio e inscripción automática. Un masivo grupo de votantes sin hábito de participar en elecciones se enfrentará a la complejidad de nuestro sistema electoral. Es crucial retomar la discusión al respecto para que tanto el electorado como los partidos tengan tiempo de informarse y adecuarse a los posibles cambios.

No obstante, hay que tener en cuenta que la fragmentación no tiene fácil solución: menos partidos no significa necesariamente mejores partidos, por lo que es fundamental fortalecer a las instituciones partidarias, promoviendo una mayor transparencia, rendición de cuentas interna y conexión con su base electoral. La clave, en simple, está en encontrar un equilibrio que permita una representación efectiva y una gobernabilidad estable.