En Chile es quizás la derecha la que tiene una tarea más intensa que realizar en este ámbito. Sus metáforas y categorizaciones son débiles y no son un referente para los votantes.
«Política Moral» era un libro que Howard Dean, uno de los precandidatos demócratas en la última elección presidencial estadounidense y ahora presidente de ese partido, recomendaba a su equipo. El libro es un interesante esfuerzo por desentrañar los marcos a través de los cuales los demócratas y republicanos posicionan sus visiones morales del mundo. Lo interesante es que el autor no es un analista político, sino un respetado psicólogo lingüista, George Lakoff. A muchos su nombre les puede sonar conocido porque su libro «¿De dónde vienen las matemáticas?» tiene como coautor a un chileno, Rafael Núñez, y ha sido reporteado en un suplemento vecino.
Viniendo de este autor, la idea de marco tiene un significado muy preciso. Es una estructura conceptual usada en nuestro proceso de pensamiento y reflexión. Lakoff sugiere que estos marcos conceptuales influyen, por una parte, en nuestras percepciones políticas e intenciones de voto y, por otra, que pueden ser moldeados a través del discurso político. Estos marcos descansarían típicamente sobre metáforas o categorizaciones muy simples de problemas complejos que a su vez provendrían del hecho de que la mente humana no está preparada para pensar respecto de entidades abstractas arbitrarias. En cambio, hemos heredado un conjunto de formas que, por una parte, capturan las características principales de los encuentros entre objetos y fuerzas y, por otra, las experiencias humanas centrales como la guerra, la alimentación o la salud y que nos permiten conceptuar aquellos dominios más complejos. De ahí, por ejemplo, que el amor sea tratado como un paciente -«hay que cuidarlo», «la relación está enferma», «es un matrimonio saludable»- o que las ideas sean tratadas como alimento -«el proyecto de ley está medio cocinado», «no se tragó el argumento».
La validez de estas metáforas en el campo político y, en particular, el mayor éxito que habría tenido el Partido Republicano en este campo es lo que plantea Lakoff en «Política Moral». Uno de sus ejemplos preferidos es el recurrente uso del «alivio tributario» -uso de la metáfora médica- que haría este partido creando un referente mental en los votantes de que toda reducción tributaria es positiva. Recordemos, además, que Lakoff es un psicólogo cognitivo y por tanto cada uno de esos marcos conceptuales se materializa en el cerebro a través de un circuito neuronal y que cada vez que son evocados un circuito neuronal se activa y, por tanto, son reforzados. Estos fenómenos se repetirían, de acuerdo a Lakoff, en otros ámbitos, y de ahí su llamado a los demócratas a «reenmarcar» el debate.
Los planteamientos de Lakoff no tienen sólo aplicación en nuestro socio comercial del norte, sino que su esquema de análisis se puede extender a otras zonas geográficas. Crear y modificar estos marcos conceptuales está abierto a todas las fuerzas políticas y a priori es imposible predecir cuáles lograrán desempeñarse mejor en este campo y moldear sus visiones morales e intelectuales en el votante y en qué dimensiones lo harán.
Por cierto, y volviendo al anterior ejemplo, tal vez los recortes tributarios crean trabajo y a través de esta vía producen alivios a las familias que los obtienen. Si los intentos de reformular esos marcos no descansan sobre hechos ciertos, difícilmente tendrán éxito. Pero hay demasiadas generalizaciones en política que descansan sobre errores intelectuales o visiones parciales respecto de los más diversos fenómenos sociales, que debería haber espacio para generar cambios en los referentes conceptuales del electorado que pueden tener consecuencias electorales.
En nuestro país es quizás la derecha la que tiene una tarea más intensa que realizar en este ámbito. Sus metáforas y categorizaciones son débiles y no son un referente para los votantes. Esta corriente política tiene que construir un discurso que moldee los marcos conceptuales de los votantes. Es posible que sus ideas económicas e, incluso, sobre impuestos y gasto público nunca hayan sido tan compartidas por la población. Sin embargo, en el debate público económico y social su postura sigue siendo presentada como «indefendible» -otra vez las metáforas, esta vez de la guerra, y que son tan propias de los argumentos políticos-. El capitalismo, sostienen destacados intelectuales, es el gran culpable de nuestras desigualdades. Reviso el último ranking de las economías más libres del mundo. Las 10 primeras son todas bastante igualitarias. Las economías latinoamericanas, en cambio, muy desiguales tienen «estados de bienestar», de acuerdo a un estudio reciente del Banco Mundial, que se gasta gran parte de sus recursos en los sectores de ingresos medios y altos. Chile es la excepción, pero hasta hace no muchos años la situación no era demasiado distinta a la que se observa en América Latina. Parece que las explicaciones de la desigualdad están en otra parte. Hay ciertamente un desafío intelectual grande para el mundo aliancista.